Italia acaba de salir de una larga guerra y hay que reconstruirlo todo. Y, precisamente, en el día de la Fiesta del Trabajo, en Marostica, se funda Vimar.
En los primeros años de actividad, la empresa se instala en unas naves industriales de una antigua fábrica de sombreros. La idea, que con los años llevaría todas las de ganar, es dedicarse a los productos eléctricos para el sector civil, realizados ensamblando elementos construidos por moldeo de resinas termoestables.
Se empieza por el portalámparas y siguen las clavijas, las tomas de pared, las clavijas para planchas. Todos son productos elementales. Sus partes metálicas se compran a proveedores externos pero también empiezan a realizarse internamente, cortando hojas de metal en tiras mediante una sencilla cizalla manual.
A finales de los años cuarenta, se lanza un artículo que tendrá un gran éxito: el interruptor de pera, que, durante muchos años, hará que Vimar se conozca como la fábrica de las perillas.